Política

Educación pública, gratuita y de calidad de cara al nuevo Gobierno

Tamaño desafío el que se nos viene. Pasar de la interpelación generacional a conducir anhelos de cambio. Y hacer de la esperanza, un país de justicia social.

Fue en 2006 cuando las y los escolares removimos, sin pensarlo mucho, los primeros cimientos de una sociedad que para una elite cómoda con un modelo que les aseguraba estabilidad institucional y macroeconómica, pero no generaba las condiciones mínimas en educación. Normalizaba que nuestros liceos se gotearan en invierno; que la Jornada Escolar Completo (JEC) sea sólo para entrenarnos en pruebas estandarizadas, o que haya que endeudarse para poder estudiar.

Y como nada de ello cambió, en 2011 comprendimos que el sistema educativo era uno de los principales focos de segregación y exclusión social. Entendimos que era clave recuperar el sentido público en educación, que no la entendíamos como negocio. Porque creíamos en un país donde nadie se quedase atrás sólo por haber nacido con menos recursos, ser de región, o de alguna comuna periférica del gran Santiago.

El programa en educación de Gabriel Boric, expresa la urgencia de materializar esas transformaciones, tanto en la dimensión administrativa y de financiamiento de los establecimientos sustentados por el Estado, como también en el sentido que tiene la educación, es decir, educar para qué. Además de replantear la gobernanza y gestión de la escuela, pasando de la vigilancia punitiva y desconfiada hacia las y los profesores, a una donde el espíritu sea apoyar y construir con los saberes de las comunidades educativas. Todo ello para que las y los estudiantes sean consideradas/os sujetos de derechos y respetadas/os en su dignidad.

Eso significa corregir algunos errores en los procesos previos de traspaso de las escuelas municipales a los nuevos Servicios Locales de Educación Pública, como será el caso de algunas comunas de la región de los Ríos en 2023. Queremos hacer este proceso con la comunidad, pensado un currículo situado, para que los aprendizajes sean significativos y la experiencia de educar sea la de formar ciudadanas/os integrales de cara los desafíos del siglo XXI. Lo que involucra hacer carne los nuevos paradigmas que nos preocupan como sociedad: cambio climático, igualdad de género, diversidad sexual, formación ciudadana, y habilidades para el siglo XXI.

En consecuencia, la mirada está en fortalecer nuestra educación pública e igualar la cancha desde la primera infancia hasta la enseñanza superior. Así proponemos terminar con uno de los estímulos más perversos de la educación de mercado, que quita el foco en los aprendizajes, como es el financiamiento por matrícula para pasar progresivamente a un financiamiento basal, eliminando la competencia en las escuelas financiadas por el Estado, y fiscalizando para que no se lucre con ellas. Eso se traduce en que habrá más recursos en infraestructura, dignificando a la escuela pública y centrando las energías en mejorar los aprendizajes.

En la misma línea, creo importante destacar algunas iniciativas del programa.

Como la primera infancia es el espacio donde se define el futuro de nuestras niñas y niños, etapa donde se desarrollan sus habilidades cognitivas y motoras, será prioridad que los jardines Vía Transferencia de Fondos (VTF), que abarcan el mayor porcentaje de matrícula de 0 a 4 años, reciban un financiamiento que se equipare al de los jardines Integra y la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI). Es desde ahí donde se plantea aumentar la matrícula a 60 mil cupos durante el gobierno. También se propone fortalecer la carrera de las educadoras de párvulo, otorgando derechos que hoy no tienen, como horas no lectivas para planificar y preparar clases, así como un “plan de fortalecimiento de las técnicas de párvulos”.

Por otro lado, pensando con una mirada estratégica e integral del país, la Educación Técnica Profesional será uno de los motores de ese Chile al que aspiramos, para darle valor agregado a nuestra actividad económica desde matriz productiva verde y consciente de la urgencia del cambio climático. Por eso pretendemos potenciarla en conjunto al mundo laboral y la educación superior, espacios de formación en alternancia con las prácticas profesionales y que se articulen con las trayectorias educativas.

En cuanto a la educación superior, creemos que esta tiene que estar al servicio de los intereses del país y no al revés. Por ello planteamos articular una educación superior pública gratuita y de calidad que cumpla con las necesidades que la sociedad demanda para la producción y reproducción de conocimiento. Es resorte de esta propuesta saldar la deuda estudiantil: el CAE. Esto se logrará a través de un esquema de pagos a largo plazo por parte del Estado, donde la gradualidad sea soportada por las instituciones financieras.

No tenemos una tarea fácil. Hacerse cargo de esta demanda histórica, que como generación pusimos en el centro de la crítica al modelo neoliberal es un desafío sin precedentes. Y en esa línea debemos tener una premisa presente. No hay educación justa, sin una sociedad justa. El sistema no puede sólo corregir desigualdades estructurales e históricas que se han sedimentado en la base de nuestra organización social. Una educación digna para todas y todos, sólo se hace posible con un país que camine en la misma dirección. Si no seguiremos haciendo de la educación una promesa rota.

Juan Pablo Gerter

Profesor del Liceo Armando Robles y miembro de la Mesa Política de Apruebo Dignidad

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